BAJO EL ESCRITORIO

 


Nilda Gladys
"Amin"  Fretes
Trabajando, como siempre que me quiero concentrar, escuchaba música con auriculares para evitar que las conversaciones de la otra oficina y el teléfono me distraigan, pues si tengo alguna llamada o alguien a quien atender, al estar las máquinas en red me avisan vía mensajero y en mi pantalla estalla una ventana con el aviso ...
Ahora bien, tecleando argumentos, recordé otro que era aplicable al caso y que habiéndolo ya hecho solo debía buscar entre mis modelos pues no recordaba el nombre del archivo. Es así que voy a uno de los biblioratos donde tengo organizados por tema mis "modelos de escritos", sabiendo que lo había redactado no hacia mucho, tomé aquel donde están sueltos los "modelitos por organizar y guardar", pero el bibliorato resultó más pesado de lo previsto por lo que fue a parar al suelo con el consiguiente desparramo de papeles.
Inmediatamente me puse a juntar ... como corresponde... no voy a dejar todo tirado... papeles ... papeles... el piso se había poblado de papeles.
En esa tarea de rescate (auriculares puesto, rock al máximo en mis oídos) encontrándome de rodillas con la mitad del cuerpo debajo del escritorio, veo un par de zapatos de hombres y las botamangas de un pantalón de vestir, los que evidentemente no deberían estar ahí al lado de las patas del muebles. Menos aún calzados por su dueño.
En ese instante, bajo el escritorio, con las pruebas antes mis ojos de que alguien que no era una de las chicas estaba de pie probablemente preguntándose ¿y esta persona es la que va a solucionar mi problema?, me dí cuenta que estaba en una situación por demás ridícula que debía asumir, pues las dos primeras opciones que vinieron a mi cabeza eran físicamente imposibles, ya que el piso no me iba a tragar, y tampoco lo haría el escritorio.
Vamos mujer, a cualquiera se le puede caer algo - pensé teniendo siempre los zapatos, muy finos por cierto, en mis narices.
El mejor recurso sería, salir de abajo del escritorio diciendo algo ingenioso-gracioso, pero lamentablemente no tengo gracia, jamás pude decir un chiste que provocara más que un intento de sonrisa forzada en los demás.
"La parte más prominente de mi cuerpo es la que esta a la vista", era lo que tenía en mente, respiré profundamente, puse la mejor expresión que pude en mi rostro en un intento de al menos no verme tan patética al presentarme ... bueno al presentar la parte que faltaba presentar de mí al desconocido de los "zapatos finos".
Taaaarde... uno de los zapatos finos ya había dado un paso atrás, incándose una rodilla del pantalón de vestir, y una cara sonriente con enormes ojos claros que me miraban fue lo próximo que vi.
Sin una palabra, me ayudo a terminar de recoger los papeles.
Me incorporé ... en un solo acto coloque los estúpidos papeles así como estaban dentro del bibliorato, extendí la mano hacia el desconocido y dije: - Gracias. Fulanita de Tal ... ¿Ud es ... ? 
El desconocido sin tomar mi mano se llevó las suyas a los oídos, ¡y en ese momento me dí cuenta! ¡¡Tenía los auriculares puestos!! En tal estado de cosas con absoluta resignación me los saqué, acomodé como pude mi cabello, y como pedir disculpas no tenia ningún sentido, -y ya nada más podía pasar, un papelón más era imposible- extendí mi brazo derecho indicando al sonriente que tomara asiento.
Pero NADA es imposible y el papelón mayor me esperaba... pues al volver al interrogar por su identidad: 
-Divino -contesto el hombre con una mirada llena de chispitas que se dirigía al monitor en el que lucia una ventana con fondo rojo en el que resaltaban enormes letras blancas que decia... "va un divino para que lo atiendas, sacale el numero del cel..."
Alia Jacta Est -dije soltando una carcajada; me tire en el sillón reclinándome hacia atrás cubriéndome la cara con las manos...
Ambos reímos hasta lagrimear sin poder articular palabra.

Jamás me enteré el motivo que llevó al tipo que dió vuelta mi vida a la oficina aquel día. Tal vez esta noche se lo pregunte...