Marilina Rébora |
"Allá
estaba el globero, en nuestra Plaza Francia,
rellena la figura, sonriente y reposado,
dispuesto para todos, alerta, a la distancia,
brindándonos su pompa, racimo iluminado.
Los
globos animaban las tardes de la infancia,
con formas y colores de cuento imaginado;
hasta les concedíamos yo no sé qué fragancia
y cada uno era como un gnomo encantado.
Una
esferilla, a veces, escapaba hacia el cielo,
y entonces, en silencio, la emoción contenida,
los ojos azorados la seguían en vuelo.
Presagios de mi infancia. Nunca pensar pudiera
que serían un símbolo a través de mi vida:
siempre mirando sueños, quimera tras quimera!" |